Antonio Garamendi
Presidente de la CEOE
En septiembre de 1996 tuve la oportunidad de conocer a Antonio Garamendi, entonces presidente de CEAJE (Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios).
Afirmaba en aquella época que "la falta de consideración social hacia el trabajo del empresario es un grave problema porque frena la creación de empresas"
"Mientras en en este país no se valore la figura del empresario y, sobre todo, la del pequeño y mediano empresario, la gente no se animará a crear empresas"
"Ser empresario no está muy bien visto socialmente, y este problema, que posiblemente parece menor, es realmente el más peligroso"
No han cambiado mucho las cosas pasados ya 23 años de aquellas manifestaciones del hoy presidente de la CEOE.
Las dificultades--burocráticas y financieras-- a las que todavia tienen que enfrentarse los emprendedores se pueden ir resolviendo con el tiempo, pero la falta de una cultura empresarial, el desconocimiento sobre lo que realmente hace el empresario, es muy complicado de solucionar porque tiene relación con valores enraizados en la sociedad.
Aún prevalece en la mente de los nuevos empresarios la idea de poder entrar en negocios seguros, donde la rentabilidad prevalece por encima de la filosofía de ser empresario. Poco que ver con el empuje, la iniciativa y la capacidad de asumir riesgos para crear una empresa o un negocio.
El paro juvenil en España es muy alto y muchos jóvenes estan interesados en montar su propia empresa pero no pueden hacerlo por falta de recursos, y otros que pueden hacerlo, que si cuentan con recursos, no lo hacen. Es la clase media la que tiene que crear empresas y dar trabajo a los que no tienen esa capacidad economica a la cual nos referimos.
Comienzos.No hay que empezar necesariamente por ambiciosos proyectos. Muchos de los emprendedores de nuevo cuño su via de arranque es el "autoempleo" Posteriormente, si sobrevive en el intento, al cabo de los diez años tiene, como media, otras tres empresas, vinculadas o no a las actividades de la primera; pero para crear la primera se utiliza normalmente ese camino. Si se sobrevive y se ha conseguido superar la barrera de obstáculos, algunas veces insalvables, a la que tienen que enfrentarse el emprededor, entonces nos encontraremos ante una empresa o empresas, bien orientadas y bien explotadas.
Los distintos gobiernos durante estos últimos 20 años han propiciado que el sistema financiero apoye a la empresa, con más o menos éxito, ya que son a la entidades financieras las que en definitiva deciden o no apoyar a los nuevos emprendedores o potenciar y/o apalancar financieramente a las que ya llevan años en el mercado. Se entiende que los bancos son empresas privadas y estén para ganar dinero, sin asumir riesgos ni participar en proyectos empresariales sin las garantías suficientes. Es tal la falta de sensibilidad que ni siquiera se estudian los proyectos. Son otras las fuentes de financiación a las que puede recurrir el empresario o emprendedor, pero tambien se tienen en cuenta unos criterios de selección, muy pocas veces superados por los solicitantes de capital.
Nos referimos a las empresas de "capital riesgo" que funcionan como un mercado secundario donde se encuentran nuevos proyectos e inversores. Los organismos estatales, a menudo desconocen lo que es una empresa, a la hora decidir que proyectos deben recibir subvenciones y ayudas de las Administraciones. Y la falta de claridad en las ayudas, que siempre son concedidas a aquellos empresarios vinculados politicamente con los partidos políticos que en ese momento toman estas decisiones "a dedo" basada en la cultura de la prevaricación y el cohecho. Son cientos de casos puestos al descubiertos por esta politica o mala praxis de las Cajas de Ahorros. Por eso exigimos que las Cajas tomen conciencia de las cosas y potencien su labor social. Estas deberían apoyar en estos momentos los proyectos de los jóvenes emprendedores y menos jóvenes, los cuales tienen una ilimitada vocación empresarial. Tal vez estas entidades financieras públicas sean conscientes de su responsabilidad social y apoyen a estos empresarios, aunque aún hay mucho por hacer en este sentido.
Lo importante es creer en un proyecto, defenderlo a capa y espada y dejarse la piel en el empeño. Al final el éxito lo da el trabajo porque el que tiene constancia y perseverancia es el que llega a conseguir su meta. Casi el 100% de las empresas que se crean son normales y corrientes y, por lo tanto, basan su éxito en el trabajo de sus fundadores y de su personal.
Pedro Rubio Domínguez.
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