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miércoles, 5 de diciembre de 2018

La Mente del Líder II. Autoconsciencia Primer Paso para el Liderazgo



Rasmus Hougaard y Jaqueline Carter en “The mind of the leader. How to lead yourself, your people,and your organization for extraordinary results”,que estamos comentando, plantean que el primer paso para ser un buen líder es el conocernos y liderarnos a nosotros mismos. 

El auto-liderazgo consiste en la capacidad de gestionar nuestros propios pensamientos, comportamientos y acciones. Es la base de la efectividad y productividad y para poder vivir una vida acorde con nuestros valores y aspiraciones. Supone tener la fuerza mental para retrasar nuestras gratificaciones para trabajar buscando soluciones a largo plazo. Implica liderarnos a nosotros mismos para poder liderar mejor a los demás, creando un significado y conexión mayores, así como una cultura centrada en las personas.

Comienza en nuestra mente. Un antiguo proverbio chino dice: “Observa tus pensamientos mientras se convierten en acciones. Observa tus acciones mientras se convierten en hábitos y observa tus hábitos mientras moldean tu vida”. Nuestras mentes dan forma a nuestros pensamientos y éstos hacen lo mismo con nuestras vidas y las de aquellos que lideramos, por lo que si no somos capaces de liderar nuestras mentes tampoco lo haremos con las personas. 

El primer paso para el liderazgo reside en la autoconsciencia  que consiste en la habilidad de monitorizar nuestra mente para que pueda liderar mejor, ya que debemos entender y conocer nuestra mente antes de que podamos liderarla. Bill George  la describe como la capacidad de ser consciente de nuestros pensamientos, emociones y valores en todo momento. A través de ella podemos liderarnos a nosotros mismos con autenticidad e integridad. 

Aproximadamente el 40% de los altos directivos de las organizaciones han cursado un MBA. Muchos estudios han encontrado que el liderazgo basado exclusivamente en la lógica transmitida en estos cursos no es suficiente para obtener resultados económicos y culturales sostenibles a largo plazo y que con frecuencia es perjudicial para la productividad de la empresa. Por tanto un liderazgo centrado exclusivamente en la lógica lineal adquirida a través de un MBA en detrimento de otras competencias como la de la autoconsciencia va a estar falto de equilibrio. 

Para comenzar a entender nuestra mente tenemos que tener en cuenta que:

a).- La mente se dedica a vagar de forma involuntariamente cerca de la mitad de nuestras horas de vigilia.
b).- No somos completamente racionales ya que con frecuencia efectuamos elecciones basadas en nuestras emociones y las racionalizamos después. Por ejemplo numerosos estudios confirman que nuestras decisiones se ven influenciadas en función de cómo se enmarcan las opciones.
c).- Nuestra mente crea nuestra realidad. Todos tenemos prejuicios inconscientes que influyen y filtran todo lo que experimentamos. Percibimos las cosas no como son sino como somos nosotros.
d).- No somos nuestros pensamientos. Son sólo hechos que juegan en nuestra mente como si ésta estuviese arbitrariamente pasando de un canal a otro de la televisión. Con frecuencia nos identificamos con nuestros pensamientos creyendo que son ciertos y que definen quiénes somos. Esto puede ocasionar problemas porque tenemos miles de pensamientos aleatorios, repetitivos y compulsivos a lo largo del día. Son aleatorios porque con frecuencia surgen de la nada y sin razón, como ocurre por ejemplo cuando recordamos una reunión que hemos mantenido a primera hora mientras estamos de estar verdaderamente presentes con nuestra familia. Son repetitivos porque los pensamientos en muchas ocasiones se repiten una y otra vez y son compulsivos porque vuelven constantemente aunque queramos rechazarlos y pararlos.

Si nos identificamos con nuestros pensamientos nos convertimos en sus víctimas, especialmente si tendemos a ser críticos con nosotros mismos, porque entonces ante cualquier error que cometamos nos vamos a considerar estúpidos, perezosos, incompetentes o sentir que somos un fracaso total y completo. 

Los neurocientíficos han encontrado que entrenando nuestra mente podemos cambiar la estructura de nuestro cerebro. Cuando esto ocurre podemos mostrarnos más centrados, amables, pacientes o cualquier otra de las cualidades para las que nos entrenamos. Si nos concentramos diez minutos diariamente durante dos semanas nuestra corteza prefrontal, la parte del cerebro que contribuye a la atención centrada, se fortalece. El cerebro se moldea dependiendo de la forma en que lo utilizamos. Es lo que se conoce como neuroplasticidad e implica que no estamos limitados por las facultades y aptitudes que ya hemos desarrollado y que podemos continuar aprendiendo y creciendo durante toda nuestra vida. También tiene un efecto negativo porque el hecho de que nuestro cerebro pueda estar constantemente cambiando no significa que lo haga para mejorar, ya que, por ejemplo en nuestros entornos laborales dispersos y que impulsan a la distracción pueden favorecer que nuestra mente se vuelva más distraída.

El primer paso para llegar a la autoconsciencia pasa por la atención plena o mindfulness. En un mundo disperso y atareado como el actual las dos características principales de la atención plena que son la consciencia y el estar centrado son cualidades clave para un desempeño mental eficaz y para la autogestión. Al ser más conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos podemos gestionarnos a nosotros mismos mejor y actuar de formas que se encuentren más alineadas con nuestros valores y objetivos.

El mantener el foco implica tener la habilidad de centrarnos exclusivamente en lo que estamos haciendo, lo que va a permitir, por ejemplo, que finalicemos un proyecto, alcancemos nuestras metas y mantener una estrategia. Cuando estamos involucrados en una conversación importante facilita que estemos presentes y no mentalmente dispersos. La consciencia es la capacidad de percibir lo que está pasando a nuestro alrededor además de dentro de nuestras mentes. Cuando tomamos parte en una conversación facilita el que sepamos lo que estamos pensando, así como el reconocer lo que estamos sintiendo y comprender las dinámicas de la conversación. Nos informa, también, del momento en que nos despistamos y nos ayuda a volver a centrarnos.

Diversas investigaciones ponen de manifiesto que aproximadamente el 45% de  nuestros comportamientos cotidianos están movidos por reacciones que se encuentran por debajo de la superficie de nuestra consciencia. Esto no tiene por qué ser nocivo ya que en determinadas circunstancias estas acciones y reacciones realizadas con el “piloto automático” son vitales. Estos procesos inconscientes nos permiten realizar tareas sin tener que pensar en ellas, pero no todos son útiles para liderarnos a nosotros mismos y a los demás.

Como líderes tenemos un impacto sobre las personas que lideramos. Éstas detectan cualquier señal sutil que emitimos, sean conscientes o no, y tenemos que tener en cuenta que muchas de ellas pueden ser descorazonadoras o confusas. Este hecho no tiene por qué ser fruto de malas intenciones sino que se produce normalmente debido a que actuamos con el piloto automático y no somos conscientes de las consecuencias de los mensajes que emitimos. Por tanto debemos procurar ser conscientes de nuestras acciones sutiles, eliminando comportamientos automáticos que pueden ser negativos.

El entrenamiento a través de mindfulness nos permite expandir nuestra conciencia sobre lo que está ocurriendo en el paisaje de nuestra mente en todo momento. También nos ayuda a detenernos y hacer pausas para poder efectuar elecciones más conscientes y acciones más deliberadas. Si queremos ser  líderes debemos dedicar tiempo a considerar cuáles de nuestras conductas automáticas interfieren negativamente en nuestro liderazgo, en los sentimientos de compromiso y seguridad  de nuestros equipos y en disminuir el deseo de los demás de seguir nuestras indicaciones, por ejemplo. Debemos hacernos estas preguntas regularmente para gradualmente incrementar nuestra autoconsciencia y para introducir, como consecuencia, cambios en nuestras reacciones y respuestas. Al hacerlo no sólo seremos líderes  más eficaces, sino que nos ayudará a entender mejor, alinearnos con y actuar siguiendo nuestros valores personales. 

Diversas investigaciones han puesto de manifiesto, también, que la práctica de mindfulness mejora y amplia nuestra capacidad de actuar con ética a la hora de tomar decisiones, ya que si carecemos de la autoconsciencia necesaria para tener unos valores fuertes y sólidos tenemos más posibilidades de tomar la elección equivocada o hacer lo erróneo. Esto es especialmente importante en situaciones morales ambiguas ya que si tomamos decisiones injustas o realizamos acciones que no son éticas va a tener un impacto negativo en nuestra opinión sobre nosotros mismos y consecuentemente afectará negativamente a nuestra felicidad. 

La consciencia de uno mismo nos ayuda, también, a responder a una pregunta fundamental para poder liderar personas: ¿Qué es lo que nos hace felices de verdad?

Desde la perspectiva de un líder entender lo que es la felicidad y sus raíces le va a permitir crear un mayor significado, propósito y sentimiento de realización y logro para sus profesionales, lo que a su vez va a generar una mayor productividad. Pero como humanos confundimos con frecuencia las cosas que nos hacen felices. Investigaciones realizadas, entre otros, por Harvard Business School, London School of Economics y centros punteros de estudios sobre la mente en todo el mundo muestran que generalmente nos equivocamos al pensar en la felicidad de dos formas:

1.- Creemos que la felicidad procede del exterior, como ocurre con identificar mayor felicidad con tener más dinero. Existe el hecho paradójico de que cuando las personas se consideran más ricos en relación con otras personas se sienten más felices, pero cuando algunas sociedades se enriquecen en su conjunto esto no ocurre. La felicidad, pues, no procede del exterior sino de cómo interpretamos y la relacionamos con lo que tenemos. La felicidad es un estado interior muy ligado a como nos relacionamos con lo que tienen los demás.
2).- Confundimos el placer con la felicidad. En cierto modo el placer es pura química. Cuando conseguimos o hacemos algo que nos gusta, una promoción, halago, coche nuevo,…, se libera dopamina en nuestro cerebro produciéndonos una sensación placentera. El problema es que es una sustancia adictiva y cuanto más placer nos permitamos más riegos corremos de convertirnos en adictos a ella con el resultado final de que vivimos constantemente buscando formas de conseguir un “chute”. El placer es una experiencia momentánea que se evapora rápidamente una vez que el efecto de la dopamina desaparece.

La verdadera felicidad, por el contrario, no se encuentra a través de una sola sustancia ya que es una experiencia de logro o de bienestar más duradero, fruto de una vida positiva y que tiene un significado, que se mantiene independientemente de los altibajos en nuestra vida.

Los autores recomiendan seguir estos pasos para mejorar nuestra autoconsciencia a través de mindfulness:

1.- Reservar diez minutos diariamente. Poner un reloj avisador.
2.- Sentarse en una silla cómodamente, con la espalda recta y los brazos, cuello y hombros relajados. Cerrar los ojos y respirar a través de la nariz.
3.- Durante un minuto dedicar toda nuestra atención a la respiración. Observarla de forma neutral sin tratar de controlarla. Permitir a nuestra mente que se estabilice y asiente.
4.- Abandonar la atención en nuestra respiración y abrirla a lo que surja. Sea lo que sea, sonido, pensamiento, sensación física o cualquier otra cosa solo ser consciente de ella.
5.- Observarla de forma neutral sin pensar en ella y sin intentar que se vaya o quede. Simplemente observarla.
6.- Nuevas experiencias irán surgiendo, cambiando o evaporándose. Ocurra lo que ocurra solo ser consciente de ellas.
7.- Si tenemos dificultades para observar sin más podemos asignar  a la experiencia un nombre (por ejemplo, pensamiento, correo, tarea,…) y dejar que se vaya.
8:- Si vemos que estamos atrapados pensando y analizando nuestras experiencias volver a centrarnos en nuestra respiración y volver a empezar.
9.- Cuando el tiempo finalice al sonar la señal abandonar la práctica. 

Isabel Carrasco
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